Buscan quitar facultades a EPA para combatir el cambio climático en EU

Tal vez viste las noticias de esta semana sobre los esfuerzos para quitarle a la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) su poder para regular la contaminación climática. Si te preguntas qué significa eso para ti y tu familia, es bastante sencillo: nos quitaría una de las principales herramientas para proteger a los Estados Unidos de los desastres climáticos que ya estamos viviendo. La naturaleza y un clima estable son vitales para asegurar un futuro habitable, y protegerlos no es una opción, es algo esencial.

Algunos líderes quieren revocar lo que se conoce como el «fallo de peligro» (endangerment finding), que es básicamente la determinación científica que le da a la EPA la autoridad para regular los contaminantes que atrapan el calor, como el dióxido de carbono. No argumentan que la ciencia esté equivocada (porque, francamente, es sólida como una roca). En cambio, afirman que la EPA nunca debió tener este poder bajo la Ley de Aire Limpio.

Si lo logran, la EPA ya no podría tomar medidas contra la contaminación climática. Todas las protecciones existentes también serían eliminadas. Lo que hace que esto sea tan preocupante es que está afectando a personas reales, en este momento. Ya no estamos hablando de un problema lejano. El cambio climático está ocurriendo en comunidades de todo el país, sin importar la afiliación política. La vida en la Tierra necesita la naturaleza y un clima estable. Estamos perdiendo ambas cosas. Y esto va a empeorar si dejamos de implementar las soluciones que pueden mejorarlo.

Tal vez has visto en las noticias la cobertura de los enormes incendios forestales que destruyeron vidas en California y aniquilaron pueblos enteros. O las inundaciones en Texas que rompieron récords y devastaron comunidades. Eso sin mencionar los huracanes que se vuelven más grandes cada año, afectando lugares como Carolina del Norte, que nunca antes había experimentado los impactos extremos de estas tormentas. Estos ya no son sucesos aleatorios, se están convirtiendo en la nueva normalidad, amenazando tanto a las comunidades que amamos como a los sistemas naturales que nos sostienen. 

Quitarle a la EPA la capacidad de abordar la contaminación climática nos dejaría indefensos ante estas amenazas que solo están empeorando. La naturaleza es nuestro recurso más valioso para sostener la vida, pero está bajo amenaza ya que los problemas que enfrenta nuestro planeta son cada vez más complejos y urgentes. Debemos abordar los desafíos interconectados y acelerados del cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

Con todos estos daños crecientes, uno pensaría que proteger los lugares que amamos (nuestros bosques, humedales, comunidades y mantener limpio el aire que respiramos) sería algo que todos los estadounidenses apoyarían. De hecho, un estudio del Centro de Investigación Pew de 2020 encontró que alrededor de dos tercios (65 %) de los estadounidenses sentían que el gobierno federal estaba haciendo muy poco para reducir los efectos del cambio climático. Y así ha funcionado antes.

Cuando el Congreso escribió (y luego enmendó) la Ley de Aire Limpio, los legisladores de ambos partidos defendieron la protección de la salud pública contra la contaminación de todo tipo. También fueron inteligentes en la forma en que la establecieron. En lugar de tratar de enumerar cada posible contaminante que podría amenazarnos, utilizaron un lenguaje amplio para permitir que los científicos de la EPA determinaran qué necesitaba ser regulado basándose en la evidencia. La regla resultante era simple: si se «puede anticipar razonablemente que un contaminante ponga en peligro» la salud o el bienestar humano, la EPA debería tomar medidas.

Este enfoque tenía sentido porque el Congreso sabía que con el tiempo surgirían nuevas amenazas. Querían que la EPA pudiera responder rápidamente, antes de que los problemas se convirtieran en crisis de salud a gran escala. La Suprema Corte incluso analizó esta cuestión y estuvo de acuerdo en que los gases de efecto invernadero encajan claramente en la definición de «contaminante del aire» de la Ley de Aire Limpio. Cuando la EPA emitió su fallo de peligro en 2009, fue el resultado de años de un cuidadoso análisis científico.

Cuando esto sucedió en 2009, ese año fue el segundo más caluroso registrado. ¿Hoy? Ni siquiera entra en el top 10. El año pasado fue, con mucho, el más caluroso que hemos registrado, y trajo desastres climáticos que les costaron a los estadounidenses más de $182 mil millones y mataron a 568 personas. Desde 1980, los desastres meteorológicos y climáticos le han costado a nuestro país casi $3 billones.

Deja que eso se asimile por un momento. Estos no son solo números en una hoja de cálculo, representan a familias reales que perdieron todo, a comunidades que todavía se están reconstruyendo y a vidas que se truncaron. Mientras tanto, los científicos del clima siguen diciéndonos lo mismo: las actividades humanas están impulsando «inequívocamente» estos cambios, y los impactos están ocurriendo más rápido de lo que esperábamos.

Debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para proteger los lugares donde vivimos, trabajamos y criamos a nuestras familias. La naturaleza no es solo una víctima del cambio climático, también es una parte fundamental de la solución. Desde soluciones basadas en la naturaleza que protegen los lugares que amamos, hasta apoyar a las comunidades locales que son guardianas de la biodiversidad, pasando por fomentar los esfuerzos de sostenibilidad corporativa, esto no se trata de una sola solución o un solo sector. Se trata de una ambición y una acción colectivas.

En realidad, todo se reduce a una pregunta simple: ¿queremos confiar en la ciencia y proteger a las familias estadounidenses, o queremos ignorar la evidencia y esperar lo mejor? El fallo de peligro es nuestro reconocimiento de que la contaminación climática es una amenaza real que necesita soluciones reales. El aire limpio, un clima estable y una naturaleza próspera no son lujos, son derechos básicos que toda familia estadounidense merece.

Eliminar la autoridad climática de la EPA en este momento sería como tirar nuestro paraguas en medio de una tormenta. Tenemos el conocimiento. Tenemos las herramientas. Tenemos el impulso. Lo que necesitamos ahora es la voluntad de actuar, a la velocidad y escala que este momento exige. Porque necesitamos la naturaleza. Y la naturaleza nos necesita a nosotros. Ahora.

Las generaciones futuras cuentan con nosotros para tomar la decisión correcta. No los defraudemos.

*Marcene Mitchell es vicepresidenta sénior de clima en WWF.*

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