Panorama Latino.- La pobreza laboral es un indicador que refleja el porcentaje de personas cuyo ingreso laboral per cápita no alcanza para adquirir la canasta alimentaria.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) mide esta condición mediante la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).
Además, el índice se asocia a la Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP), que sigue la evolución del fenómeno desde 2020. Con ello, se obtiene una visión de corto plazo sobre la capacidad de compra de los trabajadores.
Este cálculo considera tanto ámbitos urbanos como rurales, permitiendo observar brechas territoriales que marcan diferencias importantes en la calidad de vida de la población.
1. La pobreza laboral aumentó a nivel nacional en 2025
Durante el segundo trimestre de 2025, la pobreza laboral en México alcanzó 35.1%, lo que significó un incremento de 0.1 puntos porcentuales respecto al mismo periodo de 2024, cuando se ubicó en 35.0%.
En áreas rurales, el impacto fue mayor: la proporción pasó de 47.6% a 49.1%. En contraste, en zonas urbanas la tasa bajó levemente de 30.9% a 30.8%, mostrando un comportamiento diferenciado entre campo y ciudad.
Entre las entidades, Chiapas, Oaxaca y Guerrero encabezaron la lista con más del 55% de su población en pobreza laboral. En el extremo opuesto, Baja California Sur, Quintana Roo y Baja California reportaron tasas menores a 20%.
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2. Ingresos y desigualdad explican la pobreza laboral
El ingreso laboral real per cápita a nivel nacional registró un aumento anual de 1.1%, pasando de 3,350.84 a 3,386.17 pesos. Sin embargo, la mejora no alcanzó a todos los grupos sociales.
En el ámbito rural, el ingreso cayó 3.3%, mientras que en áreas urbanas creció 1.0%. Esto evidencia que la desigualdad territorial sigue siendo un factor determinante en la expansión de la pobreza laboral.
Por quintiles de ingreso, los dos grupos más pobres sufrieron caídas de hasta 25%, mientras que los más altos tuvieron incrementos superiores al 2%. El coeficiente de Gini pasó de 0.4982 a 0.5073, reflejando mayor desigualdad.
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3. Diferencias de género y formalidad en el ingreso
En promedio, las mujeres ocupadas ganaron 6,625.99 pesos mensuales, frente a 8,278.95 pesos de los hombres. Aunque el ingreso femenino creció 2.7% anual, la brecha salarial continúa siendo de más de 1,600 pesos mensuales.
Además, la condición de formalidad es clave. Los trabajadores formales reportaron ingresos de 10,821.04 pesos mensuales, casi el doble de los 5,257.55 pesos de quienes laboran en la informalidad, que aún concentra a más de la mitad de los ocupados.
En ambos casos hubo crecimiento en los ingresos, aunque la brecha entre sectores formales e informales se mantuvo sin cambios sustanciales.
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4. Avances y retrocesos estatales en la pobreza laboral
El análisis por estados muestra realidades contrastantes. Quintana Roo redujo la pobreza laboral en 5 puntos porcentuales, mientras Guanajuato y Aguascalientes lograron caídas de 4.1 y 3.8 puntos, respectivamente.
En sentido contrario, San Luis Potosí registró un aumento de 10.2 puntos porcentuales, seguido por el Estado de México con 3.6 y Guerrero con 3.0. Estas variaciones reflejan impactos diferenciados de la dinámica económica regional.
En total, 22 entidades redujeron la pobreza laboral, pero 10 la incrementaron. Esto confirma que la recuperación de ingresos no ha sido homogénea en el país.
5. Masa salarial y tendencia de la pobreza laboral
Durante el mismo periodo, la masa salarial real disminuyó 2.8%, al pasar de 384,907 a 374,281 millones de pesos. Esto representó una pérdida de más de 10,600 millones de pesos en ingresos agregados.
El Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP) aumentó 0.3% a nivel nacional. Mientras en áreas rurales el crecimiento fue de 3.1%, en las urbanas se registró una reducción de 0.2%.
Este indicador confirma que la presión sobre los ingresos es más fuerte en comunidades rurales, donde las condiciones de empleo e ingresos limitan el acceso a la canasta alimentaria.
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– ND