Panorama Latino.- En los últimos cuatro años, los mexicanos han incrementado significativamente la contratación de tarjetas bancarias, tanto de débito como de crédito, a través de bancos y otras instituciones financieras. Así lo señalan diversos reportes publicados en fechas recientes.
Hasta enero de 2025, el número de tarjetas de crédito en circulación en México alcanzó los 37,104 millones de plásticos. Esto representa un incremento del 7.8 % en comparación con el mismo mes de 2024, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
La institución financiera Círculo de Crédito señala que este crecimiento refleja una mayor inclusión financiera y una reactivación en el consumo, impulsada por una combinación de factores como:
- Recuperación económica.
- Expansión de productos financieros digitales.
- Creciente oferta de tarjetas con beneficios personalizados.
El gasto promedio en cada compra efectuada en un comercio electrónico para la tarjeta de crédito fue de 1,269 pesos y para la de débito 517 pesos. Lo anterior, de acuerdo con un comunicado de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef).
Esta diferencia muestra que los mexicanos aprovechan el financiamiento y lo hacen de forma estratégica. Esto puede ser un indicador de que evalúan cuál es la mejor opción de tarjeta bancaria para hacer las compras, indicó Círculo de Crédito.
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Tarjetas de debito con potencial
Según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2024, al cierre de 2023 seis de cada 10 adultos mexicanos contaban con una tarjeta de débito. Esto representa un avance notable respecto a 2021, cuando sólo cuatro de cada 10 declaran tener una.
Este crecimiento refleja un mayor acceso a servicios financieros formales, impulsado por factores como:
- Digitalización.
- Expansión de la banca móvil.
- Uso de las tarjetas bancarias.
- Programas de inclusión del gobierno.
No obstante, el uso cotidiano de las tarjetas de débito aún enfrenta retos. Estos son algunos de ellos, de acuerdo con la Encuesta:
- Baja aceptación de pagos electrónicos en pequeños comercios.
- Desconfianza en los sistemas digitales.
- Desconocimiento de sus beneficios y la preferencia cultural por el efectivo.
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Así, el reto no sólo es incrementar el acceso, sino fomentar el uso activo y consciente de estos productos financieros como parte de una cultura de inclusión y educación financiera más sólida.
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Usos para ambas tarjetas bancarias
El progreso real en las finanzas personales se da cuando se tiene una estrategia definida que permite distinguir entre las situaciones en las que es conveniente utilizar financiamiento y aquellas en las que es preferible pagar en efectivo, expuso Círculo de Crédito.
Al establecer criterios claros es posible tomar decisiones más acertadas que contribuyan a una estabilidad financiera duradera, evitando deudas innecesarias que puedan extenderse por largos periodos, por lo que el uso de las tarjetas bancarias es clave.
Círculo de Crédito da una serie de recomendaciones para usar las tarjetas bancarias, ya sea de débito o crédito:
Lo que sí vale la pena comprar a pagos con tarjetas bancarias
- Artículos que aumentan tus ingresos: Una computadora para trabajar desde casa, herramientas profesionales o equipo que permita generar ingresos adicionales es razonable comprarlo a pagos.
- Electrodomésticos de uso duradero: Los refrigeradores, las lavadoras o las estufas duran años y mejoran la calidad de vida inmediatamente. Financiar estos productos permite disfrutar sus beneficios mientras se pagan.
- Emergencias médicas: Cuando no hay fondo de emergencia suficiente, usar crédito para gastos médicos necesarios o reparaciones del hogar es razonable. La prioridad es resolver la situación.
Lo que no vale la pena comprar a pagos
- Productos de consumo inmediato: No es buena idea financiar comida, ropa casual, entretenimiento o artículos que se consumen rápidamente. El beneficio desaparece mucho antes de terminar de pagarlos.
- Compras emocionales o por impulso: Productos que se desean en el momento pero que no cubren una necesidad real generan deudas innecesarias. La satisfacción momentánea no compensa el estrés posterior.
- Vacaciones y eventos sociales: Pagar a plazos viajes o celebraciones convierte experiencias placenteras en cargas financieras que duran mucho más tiempo que los recuerdos.
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