Por Lina Salazar y Diana Tadeo* (BID)**
Durante las últimas seis décadas, la productividad agrícola ha sido un motor esencial del crecimiento económico en América Latina y el Caribe (ALC). En este período, la región multiplicó por más de cinco veces su producción agrícola (USDA, 2024). Sin embargo, en los últimos años, este aumento ha dependido cada vez más del uso intensivo de insumos —como tierra, trabajo y agroquímicos— en lugar de mejoras en eficiencia o innovación tecnológica. Esta tendencia genera preocupaciones sobre la sostenibilidad ambiental y pone en riesgo la seguridad alimentaria y los medios de vida de las poblaciones rurales a largo plazo.
Para apoyar a los países de la región a aumentar la productividad agrícola y, de esta manera, impulsar el sector agropecuario y mejorar la seguridad alimentaria, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) está desarrollando una serie de estudios, tanto a nivel regional como nacional, que examinan cómo diversos factores inciden en el crecimiento de la productividad agrícola.
El primer estudio de la serie, Agricultural Productivity in the Latin America and Caribbean Region (1961-2021), analiza las dinámicas y los factores determinantes del crecimiento de la producción y la productividad agrícolas en 25 países de la región durante seis décadas, a partir de datos de USDA, FAOSTAT y la OIT. En un contexto de creciente vulnerabilidad ambiental, pobreza persistente e inseguridad alimentaria, comprender estos patrones es clave para el diseño de políticas públicas eficaces y sostenibles.
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¿Qué es la productividad total de los factores (PTF) en la agricultura?

La productividad total de los factores (PTF) utilizados en la producción agrícola es un indicador que permite evaluar qué tan eficientemente se utilizan los recursos en esta actividad. A diferencia de métricas más simples —como el rendimiento por hectárea o la productividad del trabajo—, la PTF considera de forma conjunta los principales insumos: tierra, trabajo, capital y materiales. Esto la convierte en una herramienta más integral para entender la eficiencia del sector agrícola.
Siguiendo la metodología propuesta por Fuglie (2012), el estudio descompone el crecimiento de la producción agrícola para identificar la contribución específica de cada insumo (utilizando ponderaciones variables por década). La mejora en la eficiencia productiva se calcula por diferencia, como el residuo no explicado por el uso de insumos. Esta aproximación no solo facilita la evaluación del desempeño agregado del sector, sino que también permite comparaciones entre países y subregiones, algo fundamental dada la heterogeneidad de ALC.
A nivel regional, se observa que la expansión del uso de tierra para fines agrícolas y el empleo de mano de obra han perdido relevancia como factores que explican el crecimiento de la producción agropecuaria. En contraste, el aumento de capital (como maquinaria y activos ganaderos) y el uso de insumos (como fertilizantes y agroquímicos) han tenido un impacto positivo en dicho crecimiento.
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Región heterogénea, pero desafíos compartidos
El análisis muestra que el crecimiento de la productividad en ALC ha registrado variaciones importantes a lo largo del tiempo. Entre 1961 y 1980, y nuevamente entre 1991 y 2010, la región experimentó aumentos significativos en la PTF, probablemente impulsados por la adopción de tecnologías agrícolas, y mayor inversión en investigación (Ludena, 2010). En cambio, la década de 1980 —conocida como la “década perdida”— marcó una ruptura, ya que la crisis económica que afectó a la región redujo la inversión pública y privada, debilitando la capacidad de los países para sostener avances en productividad.
Sin embargo, lo más preocupante es la desaceleración observada en la década más reciente, entre 2010-2020. En este período, tanto el crecimiento de la producción agrícola como el de la PTF disminuyeron significativamente. De hecho, solo el 26,5 % del crecimiento agrícola se explicó por mejoras en eficiencia, una proporción incluso menor a la registrada en los años ‘80. Esta caída fue generalizada en todas las subregiones.
Al mismo tiempo, el estudio revela una marcada heterogeneidad entre países. Mientras Chile, Brasil y Costa Rica lograron sostener un crecimiento constante en la productividad agrícola, otros han mostrado un desempeño más modesto. Estas diferencias refuerzan la necesidad de avanzar hacia estrategias diferenciadas, adaptadas a las condiciones y capacidades de cada país.
A pesar de las trayectorias contrastantes, se observa un patrón común en toda la región: durante la última década, el crecimiento agrícola se ha fundamentado principalmente en un uso intensivo de insumos y capital, más que por mejoras en la eficiencia. Esta dinámica no es sostenible en el largo plazo y podría intensificar los desafíos ambientales y sociales ya existentes.
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Cómo impulsar la productividad agrícola de forma sostenible
El estancamiento reciente de la productividad agrícola en ALC ocurre en un contexto de creciente presión sobre los recursos naturales y mayores riesgos para la seguridad alimentaria. Aunque la producción total ha seguido en aumento, la creciente dependencia del uso de insumos y la caída en la eficiencia productiva son señales de alarma. Por ejemplo, se estima que cerca del 90% de la deforestación entre 2000 y 2018 estuvo vinculada a la expansión agrícola, siendo ALC una de las regiones más afectadas por esta tendencia (FAO, 2021), comprometiendo la base natural para el desarrollo futuro del sector.
Frente a este panorama, es fundamental que ALC transite hacia un modelo agrícola más sostenible, resiliente y eficiente. Esto implica invertir en innovación, adoptar tecnologías limpias, fortalecer la asistencia técnica y mejorar la gestión de los recursos naturales. También será clave diseñar políticas públicas adaptadas a las realidades locales, que promuevan mejoras en productividad sin comprometer los ecosistemas, y que, al mismo tiempo, favorezcan la apertura a mercados internacionales y el aprovechamiento de oportunidades de inversión extranjera.
Este estudio ofrece una base sólida para repensar las estrategias de desarrollo agrícola en la región. Si bien hay señales preocupantes en la evolución reciente de la PTF, también hay una oportunidad. Con el diagnóstico adecuado, es posible redirigir los esfuerzos hacia un modelo de crecimiento agrícola más justo, equilibrado y sostenible.
Avanzar hacia una agenda de productividad con enfoque territorial y articulación público-privada permitirá adaptar las intervenciones a los distintos ecosistemas productivos de la región. El BID, a través de programas que promueven la adopción de tecnologías en la región —por ejemplo, las iniciativas implementadas en Argentina (PRODAF), Bolivia (CRIAR) y República Dominicana (PATCA)— puede contribuir a esa transformación desde el conocimiento técnico y la cooperación regional. Mejorar la productividad agrícola no es solo una opción: es una necesidad urgente para el presente y el futuro de América Latina y el Caribe.
Para más información, descarga el estudio Agricultural Productivity in the Latin America and Caribbean Region (1961-2021).
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* Lina Salazar es economista principal de la División de Medio Ambiente, Desarrollo Rural y Gestión del Riesgo de Desastres del Banco Interamericano de Desarrollo / Diana Tadeo es consultora en la División de Agricultura y Desarrollo Rural del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
* *¿Por qué se desacelera la productividad agrícola en América Latina y el Caribe? fue originalmente publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo. Se agregó un sumario al texto original, así como una fotografía para ilustrar el artículo.